Aquí nunca pasa nada

Quisiera escribir objetiva y críticamente, como si me enfrentara a una columna de opinión en prensa, pero siento que mis palabras salen desde el rincón más visceral y de andar por casa que podría encontrarse en uno de los muchos "periódicos" que diariamente nos ofrecen en las calles de Sevilla cuando vamos camino del trabajo. En fin, no pretendo ganar el premio Pulitzer ni que mi texto se analice en el examen de selectividad de Lengua, esto no es más que un sentir personal que ejerzo como derecho individual y ciudadano, igual que se nos otorga la libertad de votar en las urnas.

Vivimos en un país de charanga y pandereta. He dicho.

Así lo siento y lo veo a mi alrededor. Así me lo hacen percibir las noticias de los telediarios, la programación de la tele, el cine que se nos ofrece en la gran pantalla, el circo de nuestros políticos (bueno de nuestro único político) que viene a sumarse al circo aún mayor de nuestro alcalde y sobre todo así me lo hace sentir la actitud pasiva y pasota, sin identidad y de conformismo de nosotros ante las situaciones diarias que nos suceden. Con lo que está cayendo y ha caído en nuestro país y parece que anduviéramos sordos, ciegos y lo que es peor, mudos, ante tanta contemplación y ombliguismo que ha surgido a nuestro alrededor.

Basta hablar un poco con abuelos, con madres a las que la juventud les tocó franquista, con emigrantes andaluces en otras zonas de España, con jóvenes "libres" de la época; todos ellos tenían en común algo: SU VOZ. Una voz que ejercieron, pelearon, gritaron, alzaron, proclamaron y hasta perdieron de ronquera precisamente por eso, por no quedarse callados ante la situación política y social que les tocó vivir. Quizá, como dicen los poetas, era su única arma pero lo que está claro es que estamos a años luz de ellos y no precisamente porque hayamos avanzado sino todo lo contrario, hemos ido hacia atrás, como los cangrejos y al paso que nos empujan y nos dejamos empujar, terminamos en las cavernas de nuevo.

Porque seamos un poquito serios, aquí en España, por mucho que pase, nunca pasa nada.

Nos invaden pateras a las que ni damos solución ni nos preocupamos por ello, se nos hunde un Prestige y se carga la costa gallega, tenemos un grupo terrorista que sigue derramando sangre, nos quedamos sin agua en distintas zonas, abusan, secuestran y matan a menores y el estupor nos dura lo que se tarda en cambiar de canal porque las leyes ¿para qué van a cambiarse? se dice que la justicia es muy lenta y que el acusado presentaba enajenación mental....

Robas manzanilla del campo y te caen años de cárcel porque has cambiado el ecosistema del planeta, nos dedicamos a salvar ballenas y a gastarnos dinero en la conservación del lince pero ¡a vivir la pepa que son dos días! y si el padre de Mari Luz se recorre toda España recogiendo firmas para provocar un cambio, aquí hijo mío, eso no sirve de nada. La siesta nos amodorra, en la feria ahogamos las penas y en Semana Santa, entre saetas y mantillas le pido a la virgen que me quede como esté. ¿A los demás? a los demás que le den...

Pero y qué si nos ahoga la crisis, y qué si la gasolina sube, y qué si mi carro de la compra cada vez está más vacío, y qué si no duermo porque no sé cómo pagar letras y qué si me cuesta poner comida en la mesa para mis hijos, y qué si le saco a puñaladas más horas al día y las cargo en mi costal con tal de intentar llegar a fin de mes. ¿Y qué? pues eso, que y nada.

Ni una queja, ni una movilización, nada. Un mero silencio, a veces roto por crispaciones que, sinceramente, se acallan antes de finalizarlas. Por mucho menos, en otros países y en el nuestro propio, se echaron a la calle y se consiguieron cosas. Pero claro, eran otros tiempos ¿no? Si el muro de Berlín hubiera estado en España, me apuesto la nómina de un año a que en el 2009 aún estaríamos divididos y pidiendo pasaportes y permisos especiales para subir de Sevilla a Bilbao.

Nuestra sociedad política actual y el entorno mismo no difiere demasiado de la época romana: esto es un circo en el que los gobernantes nos dan pan y aceite para que pensemos en otras cosas. Al menos entonces los prisioneros peleaban hasta el final para no morir degollados por los leones. Aquí, todo son cortinas de humo; para muestra un botón: la ley antitabaco, que de humo bien que tiene.

¡Qué guasa tiene la cosa!

Y venga a desviar nuestro interés y a soltar globos sondas que llamen nuestra atención hacia puntos cardinales diferentes, no se nos vayan a sublevar... y para ello empiezo sacándome de la manga la ley antiaborto (uy, es verdad, ¿¿¿¿cómo no se ha paralizado el país antes para tratar este tema vital????) y luego voy y pongo en mi gobierno a muchas mujeres, para dignificarlas, alabarlas, potenciarlas y hacerlas merecedoras del puesto que se merecen. Señor Zapatero, menos mal que como mujer no me siento identificada con ninguna de las ineptas, bobas, snobs y mujeres floreros de las que usted se ha rodeado. ¿De verdad piensa que ellas y su papel nos dignifican? Al contrario, creo que es como habernos puesto una loza encima.

Y luego a regalar dinero en forma de cheques bebés ¡y a la mujer trabajadora! Me parto de la risa, está usted contándome un chiste, ¿no? Mujer trabajadora y de bandera, nuestras abuelas, que sin tanto feminismo rancio y podrido no se dedicaban a ponerse lazos de colores en la solapa de sus vestidos, ni a declarar en el calendario días estúpidos que festejar sino que criaban a sus hijos, los educaban y llevaban la casa pa`lante sin tanta ayudita tocanarices ni tanto colectivo cacareando como gallinas cluecas “que viva la mujer”. Fueron ellas las que impulsaron la igualdad, por si no lo sabe y estoy convencida que desde sus correspondientes parcelas vitales inculcaron más esencia femenina que la que usted será capaz de oler en toda su candidatura.

Pero vuelvo a repetir que no pasa nada, que aquí, no pasa nada.

Se nos da dinero, se nos amplía el periodo de baja y ellas, tan contentas....

Y me gano más votos ¡ah! Sí, claro, siguiendo el proceso de dignificación y reconocimiento de los "derechos" ahora voy y legalizo el matrimonio gay. Tócate los pies. Cuando la gente pasa de casarse, usted va y da una vuelta más de tuerca. El discurso fácil y rastrero: "todos somos iguales", "ellos tienen el mismo derecho" perdona... ¿y si antes de eso intentas educar a la sociedad en la aceptación de esa igualdad? Como a las mujeres, pienso que el debate del casamiento en este "ambiente" no es más que hacerle un flaco favor a quienes desde toda su vida se sienten felices tal como son sin necesidad de dar más explicaciones y mucho menos identificarse con sus órganos sexuales.

Ahora es que se lleva, Zapatero ha hecho de ser gay una moda ¿Por qué en lugar de tanto eliminar la religión de los colegios no se dedica a implantar la ética como asignatura? Que los jóvenes se expresen, se conozcan y conozcan la vida de verdad, lo que les rodea, que se expresen libremente y piensen por ellos mismos… pero claro, eso no interesa ¿no? Es más fácil tener institutos y colegios llenos de personas que ni culturilla general para jugar al trivial tienen, así no darán ruido de mayor... pero bueno, no importa, aquí, no pasa nada.

Y en lugar de enseñar a conducir y no sacar tajada de las autoescuelas, o a explicarte una nómina, o a contarte cómo se consulta el BOE o qué hacer ante un infarto de miocardio o una convulsión, usted se reinventa a sí mismo en esa asignatura batiburrillo, en tierra de nadie, llamada EDUCACIÓN VIAL. ¿¿¿¿¿¿Me lo explique?????? Y la lengua, las clásicas y la filosofía, ¡para sus castas! que eso ya no se lleva y hay que darle un ambiente modernillo a la sociedad de hoy, no vaya a ser que tufe a antiguo.

Le sigue la profecía del cambio climático y el reciclaje… y como colofón final en un acto en el que se sale del pellejo, para conectar con la “people” joven y “estar en onda”... ¡la actuación estelar! ¡¡¡La estrella del panfleto!!!, ¡¡¡¡¡¡el anuncio del condón!!!!!! ¿Se puede ser más gilipollas? Un anuncio, por cierto, machista donde los haya, en el que con una rimita de tres al cuarto (que los jóvenes de su sociedad no sabrán ni analizar porque le recuerdo que ha restringido horas de Lengua y seguro que ya no entra estudiar poesía y métrica) me subo al carro del postmodernismo y ole mis huevos. Pero qué bueno que soy.

¿¿¿¿¿Ésa es la idea de educación sexual de nuestro presidente????? Pues no es por nada pero pone al chico como el burracón perdido que no aguanta el calentón y a la chica segura y firme que le para los pies ¿¿¿???Eing???? ¿¿¿pero este tío en qué mundo vive??? Esto... ¿y qué hay del amor? ¿y qué hay de los sentimientos? ¿y esa educación? ¿no vende? ¿no es rentable hacerla anuncios? Seguro que si les preguntas a treintañeros de mi quinta todos te dirán que se acuerdan de un anuncio de condones en el que en el vestuario de un gimnasio todos iban A UNA al estilo Club de los Poetas Muertos, sacándose su preservativo del bolsillo del pantalón. Pero claro, usted dirá que eso era sensiblonería típica de.....

¿Qué pretende en realidad con ese spot publicitario? Porque en originalidad, señor Zapatero, entre usted y yo, la ha cagado. Suspenso. Sólo es un condón. No cómo ponerlo, ni qué hacer ante fallos técnicos y, lo que es peor, usted no habla para nada de un sexo seguro porque ¿y las ETS? ¿¿¿¿¿en algún segundo del anuncio (igual no lo he visto, puede ser, porque soy miope) se refleja que el preservativo es el único método anticonceptivo profiláctico?????? ¿sólo nos importa un embarazo? Los herpes genitales, el SIDA, la gonorrea y demás… ¿para qué? ¿No?

Y si, igual que nos bombardea en cada salida de tráfico con imágenes de coches estampados por exceso de velocidad, niños muertos en la carretera porque sus padres no le pusieron el cinturón de seguridad, familias enteras desparramadas en el asfalto bajo la lluvia porque el conductor cogió el móvil mientras conducía (esto, he de reconocérselo, si me parece una campaña publicitaria buena, eficaz y que consigue lo que persigue: CONCIENCIAR Y EDUCAR), repito, y si al igual que esto, no se deja de tanto hip-hop y rap niñato y se dedica a fotogramas de adolescentes, en la consulta de un médico, embarazas con sólo 16 años porque no usaron el condón, la angustia de esas chicas, el sufrimiento de sus padres, el truncamiento de su juventud ¿Por qué no pone imágenes de genitales infectados por habérseles "pegado" lo de otros por no utilizar los profiláticos? ¿¿¿¿es que ninguna de sus estupendas ministras y asesoras tiene un gramo de cerebro para encauzar todo esto????

Bueno y ya si nos vamos a la palabra maldita y que usted, diga lo que diga no ha querido pronunciar cuando aquí, su pueblo, sí, sí, ese que gobierna sin echarle ni puñetero caso, se la estaba gritando a bocajarro, entonces ya, se arma la marimorena. Y nunca mejor dicho, porque en otras regiones no sé, pero aquí en el sur la CRISIS la vitoreamos con manzanilla e incienso y qué suenen las palmas. ¡Ay! ¡¡¡¡¡¡ Qué callado está el himno de Blas Infante…Andaluces levantaos!!!!!! .....

Españoles, ¡¡¡¡levantaos!!! Que estamos ya muy pisados.... porque mientras sigamos igual está claro que sólo pasará una cosa y es que no pasa nada.

He dicho.

Entrevista a Solzhenitsyn en TVE el 20 de marzo de 1976 (Extracto)


... vuestros círculos progresistas se complacen en llamar al régimen existente «dictadura». Yo, en cambio, llevo diez días viajando por España, desplazándome de riguroso incógnito. Observo cómo vive la gente, lo miro con mis propios ojos asombrados y pregunto: ¿saben ustedes lo que quiere decir esta palabra, conocen ustedes lo que se esconde tras este término? Voy a proponerles algunos ejemplos.

Un español cualquiera no está vinculado a un lugar determinado, a una ciudad o a un pueblo donde tiene forzosamente que residir. Puede desplazarse de un lugar a otro según le plazca. Nuestro ciudadano soviético, en cambio, no lo puede hacer: estamos encadenados a nuestro lugar de residencia por la famosa propiska, el visado de la policía. Las autoridades locales deciden si puedo cambiar de residencia o no. Estoy totalmente en sus manos, pueden hacer conmigo lo que quieran.
Luego me entero de que los españoles pueden salir libremente de su país. En la Unión Soviética esto no existe. Desde hace poco, bajo la presión de la opinión pública mundial, y especialmente de los Estados Unidos, se está dejando salir a una pequeña parte de los judíos. Pero la otra parte y todos los demás pueblos que habitan la URSS están privados de este derecho. Nos encontramos en nuestro propio país como en una cárcel.


Paseo por Madrid, o por otras ciudades españolas, de las cuales he visitado doce, y veo que en los quioscos se venden los principales periódicos europeos. En cambio, si en mi país apareciera un periódico extranjero a la venta, se alargarían diez manos para agarrarlo.


Veo, otro ejemplo, que aquí funcionan libremente las fotocopiadoras, cualquiera por cinco pesetas puede sacar libremente una fotocopia. En nuestro país tal cosa no sólo está prohibida, sino que es delito: toda persona que utilice una copiadora para fines particulares y no para el Estado, para la Administración, será condenado por actividades contrarrevolucionarias.


En su país, puede que con algunas limitaciones, están autorizadas y tienen lugar algunas huelgas. En nuestro país, en sesenta años jamás fue autorizada una sola huelga. En los primeros años del régimen, los huelguistas cayeron bajo ráfagas de ametralladora, o fueron encarcelados como contrarrevolucionarios, aunque sólo exigían mejoras de carácter económico. Hoy día, ya a nadie se le ocurre, a nadie se le pasa por la cabeza, la idea de organizar una huelga. Más todavía: publiqué un día en la revista Novi Mir una narración, Por el bien de la causa. En ella, un personaje, un estudiante, pronunciaba la frase «Vamos a hacer huelga». Pues bien, antes de que la narración pasara la censura, ya la propia mesa de redacción de la revista eliminó la palabra «huelga». La palabra «huelga» está prohibida en mi país.


No, vuestros progresistas pueden usar la palabra que quieran, pero «dictadura» no. ¡Si nosotros tuviéramos las libertades que tienen ustedes, nos quedaríamos boquiabiertos, exclamaríamos que es algo nunca visto!


Desde hace sesenta años, no tenemos ninguna libertad.

Hace poco en vuestro país se proclamó una amnistía. Algunos dicen que fue una amnistía limitada. Pero sin embargo a los terroristas, que con las armas en la mano luchaban contra el orden establecido, se les rebajó parte de la condena.

A nosotros, en cambio, en sesenta años sólo se nos concedió una amnistía, ¡y ésta sí que fue limitada! Nosotros íbamos a la cárcel para morir allí. Muy pocos regresaron para contarlo.

Claro, esta experiencia comunista, la hemos padecido en carne propia, y después de estas monstruosas pérdidas, tenemos ya una vacuna contra el comunismo, una vacuna como no la tiene nadie en Europa: actualmente en nuestro país, si alguien en una reunión, en una conversación entre amigos, plantea seriamente el problema del comunismo, nadie querrá escucharlo, lo tornarán por tonto. Espiritualmente nos hemos librado del comunismo, pero antes hemos recorrido la vía del martirio, hemos vivido tiempos terribles.

Rusia ha realizado un salto histórico. Rusia, por su experiencia social, se ha colocado muy por delante del mundo entero. No quiero decir con esto que sea un país adelantado: al revés, es un país de esclavos. Pero la experiencia que hemos vivido, las vicisitudes que hemos atravesado, nos colocan en la extraña situación de poder contemplar todo lo que pasa actualmente en Occidente en nuestro propio pasado, y prever el futuro de Occidente en nuestra presente situación actual. Todo cuanto ocurre aquí ya ha ocurrido en Rusia hace tiempo, hace muchos años. Es una perspectiva realmente de ciencia-ficción: estamos viviendo los hechos que están ocurriendo en Occidente hoy, y sin embargo, recordamos que esto mismo ya nos pasó hace muchísimo tiempo a nosotros. En los años sesenta del siglo pasado el Emperador Alejandro II comenzó a llevar a cabo un vasto programa de reformas. Quería reorganizar paulatinamente a Rusia para implantar la libertad y el desarrollo. Pero un puñado de revolucionarios lanzó en 1861 una proclama en la que decían que querían reformas más radicales y más rápidas, que no podían ni querían esperar. Temiendo que el bienestar general pudiera provenir del rey, y no de ellos, proclamaron el terror.

En 1861 Alejandro 11 abolió la servidumbre de los campesinos; en 1864 reorganizó completamente la administración de justicia, llevando a cabo la gran reforma judicial. Pues bien, los revolucionarios intensificaron sus actos terroristas. Hubo siete atentados contra el zar, le daban caza como a una fiera. Y al final, en el año 1881, lo mataron.
Y después de esto, empezaron a matar primeros ministros, ministros del Interior, gobernadores civiles, gobernantes en general. Así empezó una guerra entre los revolucionarios y los círculos dirigentes del gobierno. Toda la opinión liberal no se oponía a los revolucionarios, antes por el contrario, los alentaba: cualquier asesinato de un estadista, de un ministro, la estusiasmaba, suscitaba su aplauso. A los revolucionarios les ayudaban a esconderse, a escapar, los celebraban como si no fuesen culpables de nada en absoluto.


Repito, esto ocurría en nuestro país en el siglo xix, hace cien años, y esto es lo que está ocurriendo en toda Europa, en el mundo entero, hoy. Hemos sido testigos el otoño pasado de cómo la opinión occidental se indignaba mucho más por cinco terroristas españoles que por el aniquilamiento de sesenta millones de víctimas soviéticas. Vemos hoy cómo la opinión progresista exige reformas inmediatas, a toda costa, saluda los actos terroristas y se alegra de ellos.

Esto lo tuvimos nosotros hace cien años, y desde vuestro futuro puedo contar cómo acabó la cosa: ambos bandos se endurecieron en sus posturas, los terroristas y los círculos dirigentes cada vez se fueron odiando más, los círculos liberales comenzaron a odiar al gobierno, el cual no podía hacer nada contra ello; las reformas se detuvieron, pues aún lo que el gobierno podía conceder, ya no lo concedía, el odio anidaba en todas las almas, todos querían todo a la vez. Y así tuvimos las revoluciones de 1905 y 1907, y después la de 1917. El resultado fue la aniquilación de ambos bandos: fueron aniquilados todis los círculos dirigentes de Rusia, la nobleza, el empresariado, la intelectualidad liberal. Lo que sobrevivió de la intelectualidad se fue al extranjero, y en el país comenzó lo que describo en el libro Archipiélago Gulag, que costó al país sesenta v seis millones de muertos.

Yo lo cuento ahora aquí, pero no sé yo mismo sí en general es posible transmitir la experiencia de hombre a hombre, de país a país. Hace poco todavía pensaba que sí, y así lo dije en mi discurso de Premio Nobel: creía que a través de la literatura de creación sí era posible transmitir experiencia a otras personas. Pero ahora ya lo dudo, y pienso que cada país, cada sociedad, cada hombre, debe repetir todos los errores cometidos por otro país, otra sociedad, otro hombre, y sólo aprenderá cuándo ya sea tarde. Observo ahora vuestra juventud, la he estado observando en toda España, y tengo la impresión de que en mi cabeza, en mis oídos, en mis ojos, se ha mantenido más la imagen de vuestra guerra civil que en esta juventud.

Hoy, naturalmente, la idea de vuestros círculos progresistas es obtener cuanta más libertad, colocar cuanto antes a vuestra sociedad al nivel de los demás países occidentales europeos. Pero yo quisiera recordarles que en el mundo de hoy, en nuestro planeta, los países democráticos ocupan una islita, una parte muy reducida. La mayor parte del mundo se encuentra bajo el totalitarismo y la tiranía: toda la Europa oriental, la URSS, toda Asia (ahora ya también la India), ya está cayendo bajo el totalitarismo; Africa, que hace tan poco alcanzó la libertad y que ahora se afana, se apresura, un país tras otro, a entregarse también a la tiranía. Y por esto, aquellos de ustedes que desean cuanto antes una España democrática, ¿tienen la suficiente clarividencia como para prever no sólo el mañana, sino también el pasado mañana? Supongamos que mañana España se vuelva un país tan democrático como el resto de Europa. Pero pasado mañana, ¿conservará las suficientes fuerzas como para defenderse del totalitarismo que amenaza a todo Occidente? El que tenga perspicacia, el que además de la libertad, ame también a España, debe pensar en el pasado mañana. Y vemos que el mundo occidental está debilitado, ha perdido su voluntad de resistencia, cada año entrega sin combate más países al totalitarismo...

No hay voluntad de resistencia, no hay responsabilidad en el uso de la libertad. La civilización occidental contemporánea puede definirse no sólo como sociedad democrática, sino también como sociedad de consumo, es decir, como una sociedad en la cual el sentido principal de la vida está en recibir más, en enriquecerse más, y en pensar lo menos posible en defender lo obtenido. Desde luego, ni la estructura social ni el disfrute de bienes materiales son la clave principal de la vida humana, pero el Oriente totalitario contemporáneo y el actual Occidente democrático, al parecer sistemas opuestos, sin embargo están en realidad emparentados, reposan sobre una base común, que es el materialismo.

Esta base común viene durando ya trescientos años. El mundo occidental está en crisis, que no consigue superar, pero no es una crisis del siglo xx. La humanidad lleva ya una larga crisis, desde que la gente se apartó de la religión, se apartó de la fe en Dios, dejó de reconocer ningún poder superior a sí misma, adquirió una filosofía pragmática, esto es, hacer sólo lo que resulte útil, beneficioso, guiarse sólo por intereses materiales y no por consideraciones de moralidad superior. Este espíritu se ha ido desarrollando paulatinamente y ha desembocado en una crisis que, insisto, no es política, sino moral. Se manifiesta no en la oposición entre comunismo y capitalismo, sino en algo mucho más profundo: es precisamente esta crisis la que ha traído el comunismo, y en Occidente, la sociedad consumista y pragmática. Es la crisis del materialismo, que ha desechado el concepto de algo superior a nosotros.

Pero está claro que cada país ha de aportar algo de su parte para superar esta crisis. Y tal. vez España, con su gran originalidad nacional que ha marcado toda su historia, pueda aportar algo peculiar que permita vencer esta espantosa crisis de la humanidad, que abarca a todos los países de un modo u otro, y a todos nos amenaza con el aniquilamiento.

J. M. Iñigo: El señor Solzhenitsyn actualmente reside en Suiza, país en que suelen refugiarse los grandes millonarios del capitalismo. ¿No piensa el señor Solzhesnitsyn que esto puede ser mal interpretado por sus lectores?

¿Sabe? Precisamente acabo de decir que Occidente es una sociedad de consumo. Nuestra juventud, en cambio, ha transcurrido en la miseria. Una vez, de estudiante, tuve el descuido de sentarme en una silla en que había una mancha de tinta (entonces se usaba tintero y pluma). Me hice una mancha grandísima en el pantalón. Pues bien, estuve llevando cinco años ese mismo pantalón, porque no tenía con qué comprarme otro. Así vivíamos. Hasta lo llevamos grabado: todas las personas soviéticas que salimos al extranjero, incluso a un país no especialmente rico, incluso a los países que aquí se consideran pobres, tenemos una sensación como de ahogo, nos resulta penoso ver cómo se desperdicia la comida, cómo no se acaban los platos, cómo se echan las migas al suelo. Así percibimos los soviéticos esta sociedad.

Pues bien, a su pregunta sobre Suiza sólo le puedo contestar que en los prósperos países occidentales vivimos como prisioneros. Si mañana tuviéramos la posibilidad de regresar a la miseria de nuestro país, a pasar hambre, regresaríamos todos.

La prensa socialista, y sobre todo la comunista, gusta mucho de invocar el hecho de que Solzhenitsyn ha salido a Occidente y se ha hecho millonario, (cuando yo pasaba hambre allí, nadie prestaba particular atención a que yo pasara hambre. Cuando allí pasaban hambre todos, y la siguen pasando, sólo se miente que allí no falta de nada). Ciertamente, cobro derechos elevados. Pero la mayor parte de estos ingresos ha pasado constituir un fondo social ruso de ayuda a los perseguidos y sus familias, y por distintos caminos dirigimos esta ayuda a la Unión Soviética. Ayudamos a los detenidos, a sus familias, a los que van a visitarlos, a los que les envían paquetes de víveres, a los recién liberados que carecen de medios de existencia, a los despedidos por razón de sus convicciones que se quedan sin ingresos (para una mente occidental esto es difícil de concebir: aquí a uno lo pueden meter en la cárcel, pero no lo pueden echar de su trabajo por sus convicciones. Si es que lo despiden, se busca trabajo en otro sitio. Pero nosotros tenemos un solo patrono, el Estado, y si el Estado-patrono decide no darle trabajo a uno, no se lo dará nadie más. Uno no está en la cárcel, pero su familia se queda sin medios de vida).

En cuanto a mi residencia concretamente en Zurich, se debe a que estaba entonces escribiendo el libro Lenin en Zurich, recientemente aparecido, y sólo allí podía encontrar el material de archivo que necesitaba.

A los soberbios defensores de colectivos marginados

Me gustaría aprovechar la noticia acerca de la prohibición a un equipo de hombres con enanismo de ejercer su profesión -la del circo-, para detenerme en la crítica de asociaciones que hacen este tipo de cosas.

La justificación de los demandantes es que dicha labor humilla la dignidad del colectivo de enanos o pequeños -como quiera llamársele, siempre sin ánimo de ofensa, que con el lenguaje hoy día ya se sabe-. Esto, evidentemente, al margen de lo que pudiera pensar, sentir, valorar tal equipo, pues todos ellos fueron entrevistados en televisión con la consiguiente negativa a la sentencia. Todos declararon su inconformidad con total naturalidad y sinceridad, con actitud sensata y razonable, intentando hacer ver que nunca en la vida se habían sentido ridículos ni humillados, más bien todo lo contrario. Porque, aunque sus físicos sean algo peculiares, sus cabezas discurren con total normalidad. Capaces, por tanto, de sentirse responsables con ellos mismos, libres y dignos, sin necesidad de paternalismos. La consecuencia real de todo esto es que el esmero histérico de una asociación por preservar, no ya los derechos, sino la honorabilidad, el pundonor, la decencia, el decoro o la gravedad -no sé como llamarlo- de un colectivo, ha terminado por perjudicar seriamente las vidas de unos señores que se ganaban el pan con lo que han elegido libre y consecuentemente, como se ha podido ver en sus testimonios.

Lo que a mí se me ocurre, valorando el asunto, es que posiblemente podemos estar siendo irresponsables con algún colectivo al que, sin saberlo, pertenecemos, debiéndonos guardar de lo que hacemos, no vaya a ser que estos rodrigones soberbios e iluminados que creen tener entre sus manos el decálogo de la moral, nos aleccionen con sus lúcidas conciencias, y nos dejen sin sustento, sin diversión y cualquiera sabe qué más. A este fenómeno de secuestro tutorial se me ocurre llamarlo psicocentrismo (recordando un término aun no superado: el etnocentrismo) que es consecuencia de un progresismo mal entendido y un pensamiento único en efecto.

Diciembre 2008

Publicado en Cartas al ABC ( / / 08)

El Siglo de Oro... del que cagó el moro

Poco podía imaginar su acierto el presidente Zapatero cuando, en un momento de lucidez inconsciente, aseveró que el deporte español vivía un nuevo Siglo de Oro. Y es que por hacer una gracia, probablemente dijo la frase más inteligente de toda su vida.

El Siglo de Oro se inició justo en la transición desde el momento político y económico más glorioso de la historia de España, a mediados del XVI, con una Nación unida por la religión y temida en el mundo entero, a la catástrofe más absoluta –que fue paradójicamente cuando dio sus mejores frutos culturales-.

Los síntomas de entonces nos son tan familiares hoy que casi cuesta creerlo: Crisis económica, guerras separatistas con Cataluña, déficit exterior incontrolable, gobernantes incapaces, funcionarios corruptos y el inevitable desmembramiento del Reino de España.

De este esperpéntico escenario –tan español como las aceitunas- surgió el Dream Team de las Artes y las Letras, un aluvión casual de contemporáneos que más bien parece una precisa selección de los mayores genios de la Historia del Arte. Desde el teatro (Lope, Tirso de Molina, Calderón…) a la pintura (Murillo, Velázquez, Zurbarán…) o las letras (Góngora, Quevedo, Cervantes…) Para cagarse, con perdón.

Esta curiosa contradicción nos lo explicó como nadie Graham Greene a través de su cínico personaje Harry Lime: “En Italia, durante treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras, matanzas… pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco”.

Volviendo a Zapatero –a quien no pocos llaman con guasa “El Illuminati”- y su aseveración agorera, cabe preguntarse por qué ahora tenemos a los mejores deportistas del mundo –en baloncesto, fútbol, tenis, ciclismo, motociclismo, automovilismo…- en vez de encabezar la Champions League de escritores, pintores o cineastas ¿Qué ha cambiado?

Nada excepto que el Estado, en su voluntad de poder infinito, ha intoxicado la cultura como en su momento hizo con la propia política –que ya no es sino lucha del poder por el poder-. Se trata de sobrevivir y no de crear, de recibir subvención a toda costa, de venderse porque te financien la próxima película o te publiquen el próximo libro –que paradójicamente no ve ni lee nadie-, de hacer vergonzosa campaña al político ruin que te ha comprado… Se trata de todo menos de superarse en ese proceso sublime de creación que nos hace elevarnos hacia las estrellas. Se trata, en fin, de política.

Julián Marías nos recodaba que “es el individuo y no el Estado el que crea” y Tierno Galván, hombre cultísimo y convencido socialista, nos avisó que “un Estado sin limitaciones es el peor enemigo del hombre”.

No es de extrañar pues que los que se rebelan e iluminan hoy en día la oscuridad de este nuestro país no sean los llamados artistas, sino unos guerreros del deporte, corajudos, valerosos y autosuficientes. Españoles que compiten y triunfan en un mercado internacional –tan duro como libre- orgullosos de un país de cuyo gobierno no dependen y al que nada deben. Hombres como el mallorquín Rafa Nadal –defendiendo el castellano bandera en ristre - o el catalán Pau Gasol –dando una valiente lección de patriotismo al mundo entero-. No serán Quevedo ni Velázquez… pero sí de lo mejor que tenemos.

Agosto 2008

Prohibir las ayudas directas

Un gobierno avispado y canalla, en su voluntad de perpetuarse en el poder, sabe que las autopistas no votan. Ni las autopistas, ni los parques, ni las refinerías, ni ninguna reforma estructural -por mucho que mejoren la economía, el empleo o el bienestar social-.

La gente es la que vota y este gobierno lo sabe bien. No hay dilema a la hora de gastar nuestros sufridos impuestos… ¿Para qué realizar una inversión estructural -necesaria y costosa- si pueden despilfarrar limosnas que el electorado percibirá como dinero caído del cielo?

Pan para hoy; hambre para mañana.

Ayudas directas al inquilino, al estudiante, a los padres del estudiante, a la familia por recién nacido… no son sino excusas para comprar votos. Los políticos además saben que cuanto peor lo hagan, mejor; pues cuanto más caiga la confianza en la política –que aunque esté por los suelos, aun tiene recorrido-, más valorará el ciudadano cualquier tipo de limosna oficial. De perdido, al río y mi voto para el que más billetes me dé –o me prometa-.

Para colmo de burlas, estas pseudo-medidas sociales son regresivas por definición puesto que van dirigidas indiferentemente a hacerse con la máxima cantidad de votos posibles. Así llegamos al notario o al juez que recibe ayudas económicas por cada hijo que tiene, otro tanto por cada hijo que estudie y, como regalito final, sus 400 euros a cargo del IRPF. La pareja joven y mileurista, sin esperanzas de procrear por escasez financiera, no verá nada de esto. Se tendrá que conformar con la ayuda al alquiler –que curiosamente (¡chic!) se ha encarecido en la misma cuantía que la ayuda-.

Si quieres ayudarme: no me des peces, enséñame a pescar.

Reformar el sistema de carreteras supondría, amén de un importante ahorro en costes de transporte, evitar muchos accidentes mortales. Renovar las refinerías de petróleo del país –las más obsoletas de Europa- conllevaría abaratar el precio de la gasolina alrededor de un 30%. Construir parques para que los niños jueguen con seguridad, sencillamente no tiene precio… pero ¿valoraríamos más a la hora de votar estas inversiones del gobierno que, digamos, mil euros contantes y sonantes en mano?

Las ayudas directas al votante deberían prohibirse por ley. Además de su naturaleza regresiva e ineficaz, suponen una valiosísima forma de comprar votos con total impunidad.

Llegados a este punto, no es de extrañar que en tiempos de crisis –sobretodo política-, este gobierno haya presentado un presupuesto que apuesta por el gasto social en detrimento de la inversión y la investigación. Saben bien lo que hacen.

Colorario: A pesar de todo lo dicho, si el gobierno me diese quinientos euros por artículo les regalaría hasta el voto de mi abuela. O no.

Octubre 2008